3 Consejos para superar una relación fallida

Muchas personas vienen a terapia porque están dolidas por una relación que no terminó bien. Pueden decir cosas como «ojalá pudiera volver atrás en el tiempo para que las cosas salieran de otra manera» o «no sé cómo voy a poder sobrevivir sin esa persona en mi vida».

Pero la verdad es que todos tenemos una capacidad increíble para recuperarnos incluso de las rupturas más duras. Aquí tienes tres técnicas que puedes utilizar para contrarrestar el dolor de una relación fallida.

El fracaso está en el ojo del que mira

El término «relación fracasada» es un término erróneo. Es cierto que las relaciones pueden no funcionar como esperábamos, pero eso no las convierte en fracasos. Por desgracia, nuestro cerebro tiende a clasificar a las personas, los acontecimientos y las cosas en categorías concretas y en blanco y negro. Nos ayuda a dar sentido al mundo desordenado y sobrecargado de información en el que vivimos.

En el caso de una «relación fallida», es importante recordar que siempre hay más matices en la situación de los que el cerebro quiere aceptar. Las relaciones fracasadas suelen tener sus propios mini-éxitos. Quizá hayas aprendido algo sobre ti mismo que no sabías antes de la relación. Tal vez hayas emprendido una nueva actividad, afición o rutina gracias a la relación. Tal vez haya visto una nueva parte del mundo o haya descubierto un nuevo hábito de salud. Tal vez tengas una mejor idea de lo que te gustaría en tu próxima relación.

Haz lo posible por evitar asignar juicios de valor a tus relaciones pasadas, como decir que «X» fue un éxito o «Y» un fracaso. En su lugar, acepta los matices que se pueden encontrar en las relaciones pasadas y aprende de cada experiencia, las buenas y las malas.

Utilizar las relaciones pasadas como catalizador del cambio

Pueden ocurrir dos cosas después de experimentar un revés en la relación. Podemos desentendernos de las futuras oportunidades de superación personal o apoyarnos en el fracaso y utilizarlo como combustible para el crecimiento personal.
Si te cuesta encontrar la motivación para volver a ponerte en pie después de una mala ruptura, la terapia puede ayudarte. A menudo, lo que un profesional de la salud mental te ayudará a descubrir es que estás asumiendo demasiada culpa por el curso de los acontecimientos que llevaron a la ruptura. Puede que esté subestimando la cantidad de giros de la vida que están fuera de su control. Este modo de pensar puede causar problemas también en otros ámbitos, como la crianza de los hijos y las actividades profesionales.

Es reconfortante recordar que no podemos controlar el futuro. No podemos controlar las decisiones de los demás. No podemos forzarnos a entrar en una realidad que puede o no llegar a producirse.

Lo que sí podemos controlar son nuestros pensamientos, emociones, acciones y comportamientos. Cuanto mejor consigamos guiar nuestro propio barco, menos nos afectarán las cosas que están fuera de nuestro control.

No le des al romance más importancia de la que tiene

También es importante tener en cuenta que todas las relaciones de la vida son significativas. Por eso, cuando hablamos de «relaciones fallidas«, no tiene por qué significar un romance fallido. Podemos experimentar rupturas profesionales o rupturas familiares que nos afectan tan profundamente como un romance perdido.

Además, cuando experimentamos una mala ruptura, podemos encontrar consuelo en las relaciones que compartimos con familiares, amigos y compañeros de trabajo. Por lo tanto, ten cuidado de no poner tu vida amorosa en un pedestal tan grande que alejes tus otras relaciones cercanas. (Del mismo modo, ten cuidado de no alejar a tu pareja sentimental invirtiendo demasiado en otras relaciones).

Una de las claves de la vida sana, y de la longevidad, es cultivar y mantener muchos puntos fuertes de contacto social. Aprecia los vínculos que tienes con todas las personas de tu vida y de tu comunidad. Haz todo lo que puedas para ayudar a los demás y retribuir cuando puedas. La fuerza que obtenemos de nuestras conexiones con los demás es quizá nuestro recurso más poderoso, y sin duda el mejor antídoto para superar una relación fallida.

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